lunes, 19 de octubre de 2009

La realidad de los jóvenes hoy

Hace un par de semanas, a eso de las 22.30 h, ví un documental de Antena 3 sobre los valores y actitudes de los jóvenes. Temas a tratar: la cirugía estética, los estudios, las compras, las salidas nocturnas, la religión, el consumo de sustancias adictivas, los tatuajes y el gusto por la música: un auténtico cóctel molotov. De todo lo que se dijo en el programa, destacaría la frase de una chica joven: "no se nos puede generalizar, no somos todos iguales". Y es cierto, me sorprendió ver cómo en algunos temas contrastaban casos que podían llegar a rozar casi el binomio blanco-negro.
Comencé a ver el documental con un poco de retraso, así que lo primero que vi fue una chica bastante guapa de compras con su madre. Ella se sentía acomplejada por su poco pecho (no, no era plana: era una chica normalísima, con las curvas donde hay que tenerlas, ni más ni menos). Según ella, no podía comprarse casi nada porque todo le hacía sentirse mal con su cuerpo: si es holgada la camisa, porque tiene poco pecho; si es ajustada, no la llena lo suficiente. Y su historia en los probadores terminaba con una sentencia: "mamá, cuando me opere, me compraré todo eso", señalando toda la ropa de la tienda. La madre le abrazaba con la alegría de quien está terminando de atravesar el abismo del sufrimiento, ya paladeando las delicias de la felicidad.

La siguiente imagen: una monja de 23 años. La periodista, con clara intencionalidad, abre el armario y se sorprende porque ve que la monja no tiene casi ropa. Claro, es monja. Y manifestando su sorpresa le pregunta si es que nunca le ha gustado la ropa, o coquetear con chicos, sentirse guapa... La monja contesta que por supuesto, pero ahora tiene el corazón ocupado en alguien que le sacia todavía más que todo eso, y por lo tanto no necesita más.

Después, aparece una chica que se operó el pecho, y señala cómo nota la diferencia en cómo le miran ahora los hombres. Le encanta, aunque describe su mirada como bobalicona e instintiva. Por supuesto, su armario es unas 20 veces mayor que el de la monja. Y todo lleno de ropa bien ajustada. Más adelante descubriremos que tiene unos 5 tatuajes en el cuerpo, para que no se diga que le ha tocado un bisturí en la vida.

Más adelante, formando parte del apartado "religión, salidas nocturnas y embarazos no deseados", vemos a un grupo de "kikos" (Camino Neocatecumenal) cantando en Misa. Entrevistan a la chica que tocaba la guitarra, quien defiende que no es tan difícil conservar la virginidad hasta el matrimonio. No, la chica no es ni fea ni monja. Es guapa, elegante y además canta de maravilla. Después sacan una imagen de cómo ella y sus amigos pasan una noche de fiesta y nada les diferencia de los demás jóvenes, ni en el físico ni en la manera de vestir, y tampoco en la manera de divertirse.
Después, sale una chica que con 18 años se quedó embarazada y decidió seguir adelante. La madre comenta que, cuando supo que la hija había decidido no abortar, a ella le entró un escalofrío al pensar que su niña iba a tener muchas responsabilidades de ahora en adelante. Después sacan al novio de la joven, que también quiso participar de su paternidad, y comenta que el paso de ser un joven más a ser padre, implica mucha responsabilidad y madurar más rápido.
Al hilo de esta historia, quiero comentar que me llama mucho la atención la actitud que tienen las madres en este documental: están tan cegadas por satisfacer a sus hijas/os al máximo, que pierden el norte y la diferencia entre lo que SÍ o NO es adecuado para sus hijas. Deprimirse por tener poco pecho no es normal, pero para solucionarlo no hay que acudir a la cirugía, sino al psicólogo, pues conviene orientar a esa persona en que la felicidad no se compra con el dinero y la estética; explicarle que hay problemas de verdadera importancia, y que ese es el más absurdo y ridículo. Como dice el refrán: "quien no tiene problemas, se los inventa". Otra madre que también sorprende es la que se agobia porque su hija no va a abortar. Primero: "chapeau" por la hija, que decide libremente y se enfrenta a la realidad. Segundo, y se lo digo a la madre: ¿no sería mucho peor para tu hija extirparle y matar a su hijo, dejarle una secuela mental por ese acto aberrador?.

Volviendo al documental, seguimos viendo -a modo de flashback- unos jóvenes de botellón, otros declarando que no han nacido para estudiar o trabajar, otros con la cachimba… Y, al mismo nivel, unos deportistas de élite haciendo mil y una acrobacias. Como decía al principio, no se nos puede meter a todos en el mismo saco, cerrarlo y escribir: he aquí los jóvenes, sin enfocar ni valorar, ni poner un punto de referencia para ellos mismos o sus padres.
Este tipo de programas podrían resultar muy interesantes si, además de mostrar realidades dispares, orientaran al espectador sobre modelos positivos a seguir, animando a evitar las conductas extremas y/o destructivas. En este sentido resulta muy interesante la iniciativa del “Congreso de jóvenes con valores: Lo que de verdad importa” que en estos últimos años viene recorriendo las capitales españolas: http://www.loquedeverdadimporta.com/, y que el próximo 5 de noviembre tendrá lugar en Valencia.
Marta

jueves, 8 de octubre de 2009

No miremos al lado contrario

Este comentario acerca del proyecto de ley de liberalización del aborto no pretende presentar ideas nuevas. Ya se han expuesto todos los argumentos tanto a favor como en contra de este proyecto, en los distintos foros de discusión y medios de comunicación. Aspiro, sin embargo, a compartir algunos puntos de reflexión.
En los años 90 vivimos, en directo a través de la televisión, varias guerras. Como las retransmitían a través de la pequeña pantalla, teníamos esa sensación de distancia que, en ocasiones, nos impide situarnos en el lugar de la acción, como si fuéramos un personaje más de la escena. Recuerdo vivamente un telediario de la noche, en el que la reportera transmitía su crónica, creo que desde Macedonia, y describía el éxodo de cientos de refugiados en unas condiciones pésimas, con imágenes en directo detrás de la periodista. En mi casa estábamos pendientes de cenar, como, imagino, en otras muchas, y ese paso de fronteras abarrotado de gente con la casa a cuestas, cargando con niños y ancianos, nada tenía que ver con mi situación personal. Al cabo de unos minutos, la periodista no pudo con lo que estaba viviendo, su voz se entrecortó por las lágrimas ante el sufrimiento de tantas personas, llamando la atención de los que desde lejos lo observábamos. Entendí que no podía cerrar los ojos ante el horror que se desarrollaba en 'mi misma Europa', que no me podía callar o mirar hacia el lado contrario, como si nada estuviera sucediendo.

La liberalización del aborto me produce similares reacciones, que no debo callar. Tradicionalmente, la justicia ha defendido los bienes de la sociedad: las propiedades, la integridad física de las personas, la propiedad intelectual, los animales... Hasta la fecha, el embrión o feto no nacido también tenía derecho a ser protegido por ley. Esta protección implicaba dos consideraciones; por una parte, que aquel que dañara o matara al no nacido cometía un delito, que conllevaba un castigo, y, por otra parte, que, al ser el producto de la gestación un bien protegido por la ley, aquellas mujeres que tuvieran dificultades durante el embarazo podían recurrir a la ayuda del Estado.
Con la nueva normativa, va a ser difícil exigir a las instituciones públicas a que destinen presupuestos para estas ayudas, sin las que muchas gestaciones con problemas sociales de todo tipo (inmigrantes, mujeres mal tratadas...) no podrán ver y criar a sus hijos. Máxime, en tiempos de crisis, cuando 'hacer abortar' a una mujer es más barato que ofrecerle una ayuda pública. Pero no nos engañemos pensando que sólo las mujeres con menos recursos materiales o menor educación están en riesgo de renunciar a sus hijos para mantener su trabajo, su pareja... También las mujeres con niveles educativos superiores se encontrarán con problemas a la hora de compatibilizar su vida laboral y familiar, cuando tengan ofertas de trabajo que 'excluyan' el quedarse embarazadas.

Con respecto a la desaparición del delito de aborto de nuestro Código Penal es necesario recordar que se sigue matando a un ser humano cada vez que «se interrumpe un embarazo», aunque la ley española no lo castigue. Y matar a un ser humano, aunque sea muy pequeñito, de apenas un milímetro o menos, es algo esencialmente malo. Por mucho que se modifiquen las leyes o las palabras y definiciones, abortar seguirá siendo algo malo. Y yo no me voy a callar.

Belén Merck
Doctora en Medicina, Cirujano General y del Aparato Digestivo

viernes, 18 de septiembre de 2009

Anticonceptivos y cambio climático en los países pobres

Hoy publica la prensa que la revista médica “The Lancet” afirma lo siguiente: “los países en vías de desarrollo, que son los menos responsables de las emisiones que calientan el planeta, son en cambio quienes más sufrirán el impacto en la salud de esta alteración del clima. El rápido crecimiento de población en esos lugares aumenta aún más su vulnerabilidad”. Por lo tanto –señalan-, si se puede controlar la demografía, además de mejorar la salud se reducirá la presión que el exceso poblacional ejerce sobre el medio ambiente y, en consecuencia, se estará luchando contra el cambio climático. Para ello, proponen la utilización de los anticonceptivos como método necesario y urgente.
Como resulta complejo rebatir a los “expertos”, muchos nos creemos que la manera de ayudar a los países en vías de desarrollo es trasladándoles nuestro propio modelo; y como nos parece que estos países no logran hacerlo por sí mismos, nosotros debemos ocuparnos por ellos. No nos engañemos: lo que nos importa, no es lo que les suceda o pueda seguir sucediéndoles a ellos, sino lo que nos ocurra a nosotros. Como siempre, tan filantrópicos…
Trabajo en una ONG y me gustaría arrojar algo de luz sobre el “tópico” de considerar el aumento de la población como causa del subdesarrollo. Es más, en los países donde verdaderamente hay signos de crisis por la drástica disminución de la natalidad es en los países desarrollados. Parece mentira que queramos dar lecciones sobre este tema, cuando nuestras políticas de planificación familiar y “salud reproductiva” nos están dando tantísimos problemas. Analicemos más bien qué nos ocurre a nosotros, antes de transportar el mismo problema a los países en vías de desarrollo.
Si abordamos el tema desde el punto de vista económico, no se puede ocultar que la disminución de los nacimientos en muchos países -a veces por debajo del llamado « índice de reemplazo generacional »- trae consigo innumerables problemas: pone en crisis a los sistemas de asistencia social, aumenta los costes, merma la reserva del ahorro y, consiguientemente, los recursos financieros necesarios para las inversiones, reduce la disponibilidad de trabajadores cualificados y disminuye la reserva de « cerebros » a los que recurrir para las necesidades de la nación. Además, las familias pequeñas, o muy pequeñas a veces, corren el riesgo de empobrecer las relaciones sociales y de no asegurar formas eficaces de solidaridad. Son situaciones que presentan síntomas de escasa confianza en el futuro y de fatiga moral. Y esto es un problema crucial patente para las sociedades del bienestar.
Pero además, desde una perspectiva humana y social, no se tiene en cuenta la centralidad del matrimonio y la familia en la configuración de sociedades sanas, ni se habla de una adecuada educación sexual entre la población –empezando por los jóvenes-. La sexualidad no puede reducirse a un mero hecho hedonista y lúdico, ni la educación sexual se puede limitar a una instrucción técnica, con la única preocupación de proteger a los interesados de eventuales contagios o del « riesgo » de procrear. Esto equivaldría a empobrecer y descuidar el significado profundo de la sexualidad, que debe ser en cambio reconocido y asumido con responsabilidad por la persona y la comunidad. En ambos casos se trata de concepciones y políticas materialistas, en las que las personas acaban padeciendo diversas formas de violencia. Con este modo de proceder se anula la competencia primordial que en este campo tienen las familias respecto del Estado y sus políticas restrictivas, así como una adecuada educación de los padres. Es una pena no descubrir que una apertura moralmente responsable a la vida es una riqueza social y económica. Y desde ahí, preocuparnos por el cambio climático (no al revés), pues aunque el clima es esencial en la vida del hombre, éste no puede destruirse a sí mismo pensando en salvar el clima. Hemos de buscar otras soluciones (que existen!) sin simplificaciones demagógicas debidas a intereses económicos. Sé que este es un tema complejo para abordar en un post, pero quería lanzar simplemente algunos puntos de reflexión.

Elisa

jueves, 10 de septiembre de 2009

Los libros no son sólo para el verano

La mayoría acabamos de regresar de nuestras vacaciones y seguro hemos devorado algún que otro libro. Quiero traer el tema de la lectura al blog porque siempre –no sólo en vacaciones- vale la pena tener entre manos uno o dos buenos títulos. En mi caso los dejo en la mesita de noche y así son un reclamo para robar algún rato libre al tiempo.
Existe un círculo inevitable entre leer-escribir-pensar. ¿Sabéis que España somos el 5º país de la Unión Europea en producción de libros?. Pues al mismo tiempo somos el último en hábitos lectores: el 50% de los españoles leemos sólo 1 libro al año. Así se comprende que pensemos, en general, con una “calidad” tan baja; es decir, no pensamos y así nos luce el pelo.
Leer de manera habitual no sólo mejora la propia cultura personal sino que ayuda a ampliar conocimientos, encontrar respuestas a las cuestiones importantes, enriquece el vocabulario, facilita la amistad, ayuda a mantener el interés de muchas conversaciones, ofrece respuestas… y en definitiva –siempre que elijamos bien- es indudablemente una auto-recompensa.

Os quiero hablar de uno de mis libros del verano: El sari Rojo. El protagonismo de la novela lo comparten tres figuras –dos de ellas mujeres- unidas por una nota común: su inicial despego de la política, en contraposición con la conciencia de no poder escapar a ella. Tal es el peso de la familia Nehru y del apellido Gandhi entre el pueblo indio (recordemos que Indira no era pariente del Mahatma sino hija de Nehru, pero modificó levemente el apellido de su esposo en honor a aquel).
El autor –Javier Moro- alterna las vicisitudes políticas de la India desde mediados del siglo XX a la actualidad, con la descripción del ambiente familiar en casa de los Gandhi. También destaca el esfuerzo de toda la saga familiar por conservar la unidad de este multicultural país por encima de los enfrentamientos étnicos y religiosos, así como por lograr la modernización de la India y la erradicación de la pobreza. Moro ha hecho un importante esfuerzo de documentación histórico-ambiental, intercalando testimonios y diálogos interesantes que dan agilidad y frescura al texto, aunque indudablemente no deje de tener un matiz de “historia novelada”.

Haciendo honor al título de nuestro blog, quiero recomendaros la lectura de la vida de estas dos mujeres -Indira y Sonia Gandi- que me ha dejado perpleja. Ya me diréis qué os parece!.
Elisa

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Septiembre dulce


Miércoles 2 de septiembre, 10:00 de la mañana, un días más de un mes especial, cargado de optimismo y de ilusión, que nos impele a volver a empezar con ánimos renovados.

¿Cuántas veces al levantar la mirada puedes sentirte como si salieras del mar y te dieras cuenta de que la marea te ha alejado de tu toalla? La toalla pueden ser nuestros planes vitales, las decisiones tomadas, las metas anheladas; la marea, los obstáculos a nuestros planes, las concesiones permitidas que nos alejan de nuestros planes. Lo normal es volver a la toalla, pese a que redirigirnos hacia ella y caminar suponga esfuerzo. Sin embargo, en el día a día nos permitimos la licencia de quedarnos en toalla ajena, esto es, conformarnos con unos planes que no eran los deseados porque un esfuerzo se nos antoja desmesurado.

Organizando la vuelta al trabajo, me enfrento a batallas perseguidas y muchas veces perdidas, pero cuento con total seguridad con nuevas oportunidades. Este motivador inicio de septiembre no me lo planteo como el todo o nada, lo comienzo con ganas e ilusión, y si la marea me aleja de mi toalla sé que cualquier mes, día, hora, e incluso minuto es el momento perfecto para volver a comenzar y recomenzar. Retomar los proyectos soñados, los estudios paralizados, llegar con puntualidad al trabajo, llevar una vida saludable, acabar de leer esa novela que soporta el polvo de varias semanas, o tantas otras toallas abandonadas.

Quizá sea bueno pararse un instante cada día y alzar la mirada sobre el ajetreo diario y buscar la línea recta hacia nuestros objetivos, ilusiones y sueños, porque sólo si se sabe lo que se quiere es posible llegar a ello.

Cada día nos levantamos, duchamos, trabajamos o estudiamos, comemos, ………… ¿por qué no renovarse cada día, recomenzar cada día en las pequeñas o grandes batallas? SIEMPRE ES BUEN MOMENTO PARA VOLVER A EMPEZAR, ¿de verdad prefieres esperar al próximo lunes?

Como dice un buen amigo “No hay batallas perdidas, sino pequeñas etapas. Se pueden perder etapas, pero si se lucha, no la batalla.”

Mª Ángeles

viernes, 28 de agosto de 2009

Mujer en cueros vende chaise longue

En la entrada de Muebles La Fábrica, un cartel saluda a los clientes: dos señoritas enseñando cacha bajo el eslogan “sin censura, bajamos los precios”. No veo la relación entre el cuerpo desnudo de una mujer y la venta de muebles, como tampoco creo que éste potencie las ventas de cómodas o chaise longues. Pero en la empresa ésta son muy modernos, o así se lo explicaron a mi madre, que tras ver el cartelito de marras, les llamó indignada.

Madre: Mire, soy una clienta suya, y después de ver el cartel con dos mujeres desnudas he decidido no comprar en su tienda porque creo que con ese tipo de publicidad atentan contra la dignidad de la mujer. (Aún quedan personas valientes y con recursos, y mi mami es una de ellas, ole!).

Recepcionista: (Risas) Le paso con el departamento de marketing porque me parece muy fuerte lo que me está contando.

--- bla bla bla ---

Señorita marketiniana: Somos una empresa con mucha gente joven y nos parece que el cartel ofrece una imagen fresca para los jóvenes de hoy en día (sic).

La conversación acabó así, madre y publicista versando sobre el tema sin llegar a ningún acuerdo. Una, preguntándole qué diantres tenían que ver dos mujeres en cueros con sus muebles, la otra, alabando la modernez de estos tiempos frescos que corren en los que hay cabida para todos. Una conversación de besugos, vaya.

El cartel sigue colgado en la fachada y en varios puntos de Valencia. Pero no son los únicos trasnochados que venden carne fémina a cambio de (¿qué?). Una tienda de vaqueros de Boulevard Austria (Don Juan de Austria, Valencia) expone carteles por todas partes que muestran a una pobre chica bajándose los pantalones y dejando ver sus posaderas al completo. Su consigna, oigan, es como de premio Nobel: “¡Nos bajamos los pantalones! Todos los vaqueros a mitad de precio”.

No es que sea grosero, indecente e inmoral. No es que se nos trate, a hombres y mujeres, como bestias pardas a las que hay que moverles mediante el instinto animal. No es que se pasen por el arco del triunfo la dignidad de la mujer y el respeto al cuerpo. No. Es que además es cansino, típico, probablemente ya un lugar común, cero imaginativo y carente de buen gusto.

Decía Einstein que las crisis son buenas en cuanto que potencian la creatividad. Y los hay que aprovechan el momento, doy fe. Pero siguen quedando los que a voz desesperada venden lo que sea con tal de rascar unos eurillos. Chicas, no les demos pie, y, la que pueda o quiera, llame a la señorita marketiniana. Quizás, con más llamadas, se den cuenta de que mi madre no es la única mujer que piensa.

Lucía

martes, 4 de agosto de 2009

Frente a la evidencia del amor, me quedo sin palabras

Este viernes 31 de julio de 2009 he vivido uno de los momentos más felices y hermosos de mi vida; y es que el amor sin condiciones -aunque algunos se empeñan en ocultarlo- existe, y hace que la vida merezca la pena.

La providencia quiso que sus vidas se cruzaran, y a partir de ahí de ellos ha dependido. Como cualquier pareja se han ido conociendo y compartiendo sentimientos, ilusiones, miedos, alegrías y todo aquello que afecta al alma, y día a día han ido creciendo juntos. Han sido testigos y actores de cómo unos frágiles sentimientos han tomado forma, y de la mano de la voluntad se han convertido en una bella empresa, fundamentada en su compromiso ante Dios y ante toda su familia y amigos, que les quieren y desean la mayor felicidad en la vida de entrega por amor. ¿Acaso hay algo mejor en lo que invertir la vida?.
Una gran amiga me recordaba una frase que dice: en la vida hay tres tipos de personas, las que esperan que pase, las que ven cómo pasa y las que hacen que pase. Los protagonistas de mi historia son del tercer tipo de personas, de las que arriesgan y hacen que las cosas pasen, y así se adentran ilusionados a una vida sorprendente, llena de luchas, con alguna derrota pero con grandes victorias; y sobre todo -si hay verdadero amor y voluntad-, a una vida plena y feliz, o como yo lo veo, al privilegio de degustar en la tierra un trocito de cielo (permitidme tal cursilada).
Para todos aquellos que no creen en el amor, decirles que ánimo!, existe y se encuentra si se está dispuesto a amar, a olvidarse de uno mismo y entregarse de verdad; y a quién ya lo encontró darle la enhorabuena, y decirle que lo cuide y lo mime con todo su corazón y voluntad. Gracias y felicidades a todos los que arriesgáis por la empresa del amor, porque encendéis una llamita de luz en este mundo que se empeña en sospechar del amor. Y un agradecimiento especial a mi hermana y cuñado (sí, mi hermana es la de la foto!), por hacerme sentir parte importante en un día tan especial. Felicidades!!.